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Dos nuevas investigaciones de la Facultad de Agronomía (UBA) encontraron resultados alentadores con el uso de macro y micronutrientes, y fitoestimulantes para controlar enfermedades de las plantas.
 

Desde la cátedra de Fitopatología lograron reducir hasta 42% y 47% la incidencia de Macrophomina phaseolina (causante de la podredumbre carbonosa del tallo) en ensayos con potasio, manganeso y fosfitos, y revirtieron efectos negativos del glifosato sobre la sanidad de la soja.

 

La podredumbre carbonosa del tallo puede provocar daños de hasta 80% en los rendimientos de soja. Afecta principalmente a provincias del norte argentino, como Santiago del Estero y Salta, e incluso a países vecinos como Paraguay y Brasil. Se trata de un hongo muy difícil de controlar, debido a que no existen variedades de soja resistentes y a que posee más de 500 hospedantes y no desaparece con rotaciones de cultivos.

 

“Una vez que el hongo está instalado en el suelo es muy difícil de controlar. Además, los síntomas en las plantas recién se observan durante la floración, hacia el final del ciclo, cuando ya no se puede resembrar ni aplicar fungicidas”, explicó Natalia Tobar, ayudante de la cátedra de Fitopatología de la FAUBA.

 

En sus estudios de tesis para la Maestría en Producción Vegetal de la FAUBA, dirigida por los profesores Marcelo Carmona y Raúl Lavado, Tobar logró reducir 42% esta enfermedad con una aplicación 200 kg de potasio por hectárea en el estadio fenológico R4, cuando comienza el período crítico del cultivo. Al mismo tiempo, alcanzó reducciones de 40% (con 100 kilos de potasio por hectárea, más 600 gramos de manganeso) y de 35% (aplicando sólo manganeso).

 

Tobar indicó que hasta ahora los ensayos fueron realizados en invernáculos y, por ello, restaría validarlos con experiencias de campo.

 

Estos resultados fueron presentados en el Primer Simposio sobre Defensas Naturales de las Plantas y Micronutrientes, junto con los de la tesista Agustina Elesgaray, quien encontró respuestas significativas en la sanidad de las plantas al aplicar fosfito de manganeso en cultivos tratados con el herbicida glifosato.

Además, la experiencia concluyente de Elesgaray demostró que el glifosato es una herramienta que agudiza la severidad de la enfermedad causada por Macrophomina phaseolina. Sin embargo, los resultados cambian con la dosis conjunta del herbicida más fosfitos de manganeso, con que se reduce un 47% el ataque del patógeno.

 

“Cuando aplicamos el glifosato con el fosfito, la enfermedad se redujo 30% comparado con el testigo y 47% respecto de una planta de soja aplicada con glifosato e infectada con el patógeno”, explicó Elesgaray, cuyos estudios también se enmarcan en una tesis de la Maestría en Producción Vegetal de la FAUBA, dirigida por Carmona y Karina Balestrasse, docente de la cátedra de Bioquímica. Además, su trabajo forma parte de un convenio entre la FAUBA y la empresa Spraytec, que solventa su beca de posgrado y parte de las investigaciones.

 

“Los resultados que obtuvimos son importantes porque el glifosato es el herbicida más usado en la historia de la agricultura. Nosotros proponemos que los productores apliquen este producto con fosfitos”, dijo la investigadora, En un ensayo preliminar, realizado en colaboración con Anita Mantese, docente de la Cátedra de Botánica Sistemática de la FAUBA, Tobar comprobó que aquellas plantas que fueron fertilizadas con 200 kg de potasio por hectárea presentan un mayor crecimiento secundario en comparación con el testigo y un mejor control de patógenos.

 

El manganeso también influiría en el sistema de defensa de los cultivos y forma parte de los ensayos que se llevan a cabo en la Cátedra de Fitopatología de la facultad.